La pandemia por la COVID 19 ha
significado una parada en la vida de las personas alrededor de todo el planeta,
no solo se paralizaron nuestras actividades cotidianas y la economía a nivel
mundial sino también muchos hogares se vieron enlutados al perder a sus seres
queridos.
Sin embargo, algo que no paso
desapercibido fueron los signos de “limpieza ambiental” detectados en los días
de cuarentena. Debido a la ausencia de personas y por ende de medios de
transporte motorizados, pudimos observar una gran mejora en la calidad de aire,
las playas llenas de aves e incluso animales cuya presencia pasaba desapercibida,
como delfines cerca de las costas. El caso no fue el mismo para los residuos sólidos,
dado que el avance que se venía teniendo respecto a la prohibición de plástico de
un solo uso en nuestro país se vio de alguna forma postergada por medidas de
higiene y prevención.
El escenario pre-pandemia
Es sabido que con la industrialización
el consumismo se ha ido imponiendo como un modo de vida, donde se tiene la
falsa ilusión de “mientras más tienes más feliz eres”. Para poder tener todo
aquello que consumimos necesitamos grandes cantidades de recursos naturales que
son extraídos y procesados por industrias primarias y secundarias, en ese afán se
destruyen ecosistemas como bosques, ríos, lagunas y otros hábitats de múltiples
especies. Y además en el procesamiento para la producción de los distintos productos
se generan una serie de aspectos ambientales, como emisiones atmosféricas,
residuos sólidos y vertimientos. Estando el tema de emisiones atmosféricas relacionado
con el infame cambio climático.
En cuanto a la basura que generamos, en el mundo somos aproximadamente
7 700 millones de personas y entre todos producimos más de 2.100 millones de toneladas de desechos de
los cuales aproximadamente el 16% es reciclado. Otro tema relevante en las últimas
décadas es el crecimiento de las ciudades, la concentración urbana que agudiza
otros temas como el estrés hídrico y el trafico en las ciudades debido al incremento del parque
automotor y por ende el impacto en la calidad de aire debido a la emisión de
material particulado y otros gases atmosféricos.
¿Han cambiado las cosas?
Como explicábamos líneas arriba los
días de cuarentena significaron una mejora en la calidad atmosférica, para muchas
personas fue una toma de conciencia sobre el rol de los ecosistemas, además el
estar en casa fue una oportunidad para algunas personas para poder empezar a
cambiar sus hábitos, por ejemplo, en cuanto a la separación de sus residuos en
casa, o tomar conciencia de la cantidad de residuos que producen.
Sin embargo, a nivel mundial hay
una gran preocupación sobre la generación de plástico donde a la lucha por una
minimización en el uso de bolsas de plástico y sorbetes o cañitas, se agregan los
guantes, mascarillas y protectores faciales, los cuales se han convertido en un
gran problema ambiental. Además, una vez levantado el periodo de cuarentena, el
tráfico en las ciudades ha vuelto a ser el mismo, lo que denota la necesidad de
repensar la forma como estamos viviendo.
Rumbo a la nueva “normalidad”
No nos cabe duda de que el coronavirus
tiene una baja mortandad en comparación con otras enfermedades infecciosas, esta
ha sido una de las peores epidemias de los últimos años dada su alto grado de
contagio, y no sabemos con certeza cuándo podremos regresar a la “normalidad” y
si sería recomendable buscar dicha recuperación imitando nuestras conductas antes de la pandemia, ya que la vida como la conocíamos
incluía una serie de prácticas que impactan negativamente al ambiente y que
están de alguna forma relacionada con pandemias como esta.
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